“El mundo entero es el escenario que requiere el histrión de la literatura”
Edgar Allan Poe
“Quién da,
conocerá la ingratitud, pero también la emoción de dar”
José Narovsky
Apéndice
En ocasiones una prosista debe armarse de voluntad, valor, coraje, decisión, para dejar atrás el alma adolorida, la rabia, un mal recuerdo de los que jamás olvidas al pensar que pudiste ser víctima sexual de un ser empoderado por una jefatura en tiempos de dictadura. La gente mala existe, andan al acecho, a la búsqueda de una posible víctima. Más grave es, si esa maldad proviene de un sujeto que es jefe de tus jefes inmediatos que empoderado en su rango se cree con derecho de intentar abusar de una joven profesional que trabaja en la institución en la que ese sujeto esta destacado y que con engaños logra drogar a su víctima hasta la inconciencia[1]. La escritora, en estos casos, hace un gran
esfuerzo de integridad intelectual para narrar lo más objetivamente posible circunstancias
traumatizantes a partir de vivencias propias. En esos casos debe vencerse a sí
misma para escribir lo que quiso por sobre todo olvidar, pero es imposible. Cualquier
noticia[2] trae a la memoria sin
importar el tiempo transcurrido o la edad que tengas esas malvadas experiencias
de tu vida dormidas pero vivas, enquistadas en tu memoria como escenas de una
película aterradora, aun cuando el infame intento haya ocurrido hace mucho tiempo
atrás y el sujeto no lograra su objetivo. Así como la memoria recuerda lo bueno
igual la mente almacena las malas vivencias.
Es normal que una mujer confíe en su jefe cualquiera sea el cargo que ella desempeña. Triste es leer en los periódicos, escuchar noticias en los cuales una fémina o cualquier persona fue víctima de acoso sexual y que se la drogó. Muchas veces la víctima calla por miedo de sufrir un daño mayor ella o su familia o teme una venganza. Es cuando la víctima no denuncia.
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Sabrina y Roxana. Marzo, 2011
Sabrina
había ganado en un Bingo un pasaje a Rimaq, su ciudad natal, a la que llegó con
agenda programada al milímetro para aprovechar al máximo los quince días que
pasaría allí. Tenía anotado un domingo con Roxana, amigas desde la época
universitaria. Este reencuentro le hacía mucha ilusión a Sabrina después de más
de veinte años sin verse. Bueno, últimamente sólo a través de Facebook. Presagiaba
un día alegre. Mientras el taxi la conducía a casa de su amiga, imaginaba con la personalidad sarcástica y burlona de
Roxana que reirían mucho. Por eso, se
sorprendió cuando Roxana casi apenas atravesar el umbral de la puerta de su
apartamento le preguntó por Narcisa compañera y amiga de ambas, pero más de
Roxana. Algo contrariada pensó para sus adentros ¿por qué me pregunta por Narcisa? ¿Qué sé yo de su vida? Hace
más de cuarenta años que la vi por última vez, fue cuando renuncié a mi trabajo
en el Ministerio de Traslaciones en el que le conseguí trabajo a Narcisa cuando
ella se apareció en mi oficina a pedirme, más bien a rogarme con llanto ensayado
que la ayudara. Sabrina se sintió mal por la pregunta tan directa de Roxana
y pensó: ¡vaya tu interés no soy yo, sino chismear, sabe Dios qué mentiras te
habrá contado Narcisa! Guardo malos
recuerdos de su ingratitud, pensó Sabrina. Roxana sabe qué hace años no la veo
cómo voy a saber de ella ¡No sé nada! le contestó. Para Sabrina, Narcisa
era la encarnación de la traición a la
amistad, con malestar anímico a causa del interrogatorio traído de los pelos por Roxana, Sabrina caviló,
algo tendré que contarle para saciar su
curiosidad sino no me dejará tranquila, es desagradable revivir lo
olvidado hace años. Roxana seguía preguntando, insistía; Sabrina le respondía
con monosílabos. Hasta que Roxana dejó de preguntar al emitir un ¡No! espontáneo que le salió del alma al
escuchar una parte del relato; Sabrina pensó, por fin satisfice su
curiosidad.
Tiempos de dictadura
militar. 1968-1975 y 1975-1980
Sabrina y Narcisa
Aquélla
mañana, Sabrina se sorprendió al recibir en su oficina la visita de Narcisa. ¿Qué hace aquí? Pensó Sabrina sorprendida al verla, ¿cómo sabe de
mí si no la veo desde que dejamos la universidad, ni por teléfono hemos hablado
nunca? Ellas perdieron contacto a pesar de ser del mismo grupo. Habían viajado
junto con Roxana a Piura de vacaciones. Esa vez, Roxana se alojó en casa de un
familiar suyo, Sabrina se hospedo en casa de sus tíos quienes aceptaron también
albergar a Narcisa pues ella, no tenía con quién hospedarse en Piura.
Narcisa ¿qué sorpresa? ¿cómo
sabes que trabajo aquí? Le
preguntó Sabrina al saludarse. Sabrina continúo, supe que te casaste con el cuñado de tu hermana. Narcisa estaba desmejorada,
pálida, flaca, ojerosa; le infundió tristeza a Sabrina, pero no se lo hizo
notar ¡qué demacrada, luce enferma! Con
una sonrisa forzada Narcisa le contó: Me
casé y hace dos meses di a luz a una niña. Hablaba de su vida de casada con
desánimo, hasta que le dijo a Sabrina vengo
a pedirte que me ayudes a conseguir trabajo aquí contigo.
Pero cómo vas a trabajar si
acabas de dar a luz, tu hija tiene sólo dos meses según dices, no puedes
trabajar ahora. Espérate un tiempo y veré si puedo ayudarte.
Necesito trabajar. Contestó Narcisa. Estamos en muy mala situación económica, lo
decía con lágrimas en los ojos. Lloraba, suplicaba.
No
llores por favor, en cualquier momento entra uno de los jefes.
Hay una vacante pensó
Sabrina, pero ya está asignada para Frida. Sabrina escuchaba a Narcisa
en tan mal estado emocional que se la tuvo que llevar al baño para evitar que
la vieran. No quería tener que dar explicaciones a sus compañeros de trabajo.
Sabrina
y su jefe inmediato. - al día siguiente: Sabrina no sabía cómo
abordar al Dr. Reinaldo Fajardo, atractivo cuarentón de grandes ojos pardos, inteligente,
bonachón, de mediana estatura. Toda una autoridad en Derecho aeronáutico, eran
tiempos de dictadura en Rimaq. Por encima del Dr. Fajardo, estaban los jefes
militares del aire. El Dr. Fajardo tenía en muy buena estima a su asistente legal
Sabrina con dos años trabajando con él desde que llegó siendo estudiante de
Derecho. La mamá de Sabrina a través de su militar jefe, en otra entidad del
gobierno le consiguió ese trabajo a Sabrina como practicante de Derecho en la
Dirección del Aire de la Delegación de Traslaciones; al año la nombraron como personal
fijo del Estado, a esas alturas el Dr. Fajardo delegaba en Sabrina ciertas
tareas de envergadura, inclusive la mandaban a reuniones de la OACHI.
¡Buenos días, jefe! Pienso
que Frida es tan inteligente que está sobrecalificada para la vacante que
tenemos en esta Dirección. Dijo
Sabrina al Dr. Fajardo.
¿Qué dices Sabrina? Primero: Tú, me llamas jefe cuando
algo quieres. Segundo: Cuando entrevisté a Frida me disté muy buenas
referencias, muy inteligente, estudiosa, soltera ¿Y ahora cambiaste de opinión?
¡Bueno, Dr.! Realmente sería un egoísmo contratar a Frida
para ese puesto, ella puede conseguir un trabajo mejor, allí no se va
relacionar con nadie. Ese cargo le queda chiquito.
No te entiendo, Sabrina.
Bueno, Dr. La verdad es que ayer vino una amiga que
necesita trabajar, también es de mi universidad. Ella se casó, están en mala situación
económica. Sabrina
le ocultó deliberadamente a su jefe que Narcisa hacía dos meses había dado a
luz que estaba en reposo postparto.
¡Esto no es una Beneficencia que la ayude su familia! Sabrina
insistió tanto que su jefe le dijo: has
lo que tú quieras.
Narcisa
empezó a trabajar ese mismo mes.
Un Año Después
Nuevo ministro,
nuevos jefes militares.
Es una lástima que cambien al Coronel Padrino y al General Rojas son gente decente no creo que ellos estén de acuerdo con esta dictadura. Opinaba una compañera de Sabrina. Espero que los que vengan sean gente buena. Vamos a extrañar a estos jefes, agregó otra.
Nuevo coronel jefe
del Aire.
Meses más tarde
El Dr. Fajardo entró a la oficina de Sabrina y le dijo: Cuando te llame el coronel César, me avisas, no quiero que tú vayas a su oficina sola.
¿Por qué? Contestó Sabrina.
Yo sé lo que digo, Sabrina. No confío en el Cnel. César, le Respondió.
Sabrina ya
no sabía cómo eludir las llamadas del coronel César a través de su secretaria o
llamadas directas al anexo de Sabrina para que fuera a su oficina llevándole
tal o cual documento. Cuando su jefe estaba en reuniones o de viaje. En esos casos Sabrina tenía que ir. E iba.
Ese
viernes trabajarían medio día, feriado decretado por el gobierno. Habría un
almuerzo en la oficina. Asistirían los jefes militares, personal civil,
abogados, secretarias, técnicos aéreos. El personal se vistió con esmero. El
Dr. Fajardo estaba de viaje. La reunión concluía, el personal y Sabrina se iban.
De pronto llama por teléfono el coronel César: Sabrina antes de irte tráeme
tal contrato, quiero revisarlo.
Está bien,
coronel César. Contestó
Sabrina.
Con su
cartera en la mano Sabrina se dirige a la oficina del coronel César para darle
el contrato e irse.
Al despedirse el coronel le dice: ¿Probaste el vino?
No, coronel, yo no tomé licor, sólo Inca Kola. contestó Sabrina.
¿No probaste el vino? Bueno, antes de irte brinda conmigo. Insistió el coronel César.
Coronel, yo no bebo licor. Debo irme, mi mamá me espera.
No vas a
despreciarme un brindis, Sabrina.
Insistió el Cnel. César.
Sabrina vio la copita tan chiquita, que pensó, eso no
es nada.
Sabrina
de pie le recibió la copita al Cnel. César, escritorio de por medio. Apenas humedeció su labio y lengua Sabrina se
sintió mareada no podía sostenerse en pie y cae en el amplio sillón que el Cnel.
César tenía en su despacho, frente a su escritorio. Sus ojos pesados no podía
abrirlos, intentó pararse y no pudo, balbuceaba, no podía hablar, siente que el
Cnel. César se le tira encima, empieza a besarla, el cuerpo del hombre está sobre
ella, sus malvadas manos lujuriosas recorrían sus pechos que por el frío limeño
estaban protegidos por la chompa gruesa de lana que vestía encima de su blusa y
pantalón de corduroy. Sabrina semiinconsciente suplicaba: No, coronel, no me toque ¡Mamá!
Es lo último que recuerda Sabrina antes de perder el conocimiento. No tiene recuerdos
de lo que pasó después del intento de violación; no sabe cómo la sacaron de la oficina
del Cnel. César.
La
siguiente escena que Sabrina recuerda de esa tarde es que la despiertan. Está
sentada en el asiento posterior de un carro negro, con la cabeza apoyada en el
hombro del Cnel. César, estacionado frente a la puerta de la casa de Sabrina, ella
sigue obnubilada, drogada, recién allí la despierta el Cnel. César. El chofer
la aparta del hombro del coronel y la ayuda a bajar del carro pues ella por sí
sola no podía caminar por la droga que tenía en su organismo, siente los ojos
pesados a duras penas los entreabre, ve a su mamá asomarse a la puerta
principal de su casa. La mamá sorprendida recibe a su hija. Sabrina se da
cuenta de todo en medio de su inconsciencia ¡Este hombre me quiso violar y me
dio a beber una droga que me ha podido matar! La mamá de Sabrina no emite
ninguna palabra, simplemente recibe a su hija que no puede sostenerse en pie. El
Cnel. César no sale del carro, permanece en silencio, ajeno, anónimo. El chofer
le entrega su hija a la mamá y le dice algunas palabras ¿Qué le diría a su mamá? Nunca lo supo, Sabrina. La Madre recibe a
su hija, la abraza, con cuidado la sostiene, la ayuda a caminar y a subir las
escaleras hasta su dormitorio. Sabrina durmió hasta el día siguiente. Ella
tiene la certeza que el Cnel. César no la llegó a violar. Sus ropas, su cuerpo no
presentaron rasguños, moretones o indicios de violación. Ella presume que el
coronel se asustó al ver que ella perdió el conocimiento por el alucinógeno que
le dio a beber. Sabrina en medio de su inconsciencia se supo intacta pero mancillada
en su honor. Ella había sido objetivo de un militar del aire violador amparado
en unas charreteras y en su cargo superior. Al darle la copita de licor con la droga
líquida jamás pensó que la chica perdería el conocimiento. Sabrina siente que el
desmayo la salvó de ser violada. Nunca habló de este incidente con su mamá,
presiente que su mamá se dio cuenta de todo, pero que, al ser tal el trauma
emocional de esa experiencia para ambas ninguna de las dos quiso recordarlo
nunca y porque el crimen se frustró. El papá de Sabrina nunca se enteró ni
nadie más de la familia. Tal vez, además, por temor a que les hiciera daño ese Cnel.
César.
En
tiempos de dictadura la gente desaparecía. Sabrina nunca contó a nadie tan
dolorosa vivencia y por vergüenza, como si ella fuera en algo culpable de ese intento
de violación. Una experiencia traumática de esa envergadura nunca se olvida. Sabrina
renunció a su trabajo.
Transcurren
dos años.
Giovanna,
economista de la oficina donde se conocieron y se hicieron buenas amigas con
Sabrina, habían viajado juntas a Buenos Aires, a Tacna, por eso no le
sorprendió a Sabrina que en su viaje de luna de miel Giovanna y Ricardo
incluyeran Caracas, ciudad en la que residía Sabrina y esposo, que les dieran
la sorpresa de visitarlos. Durante la conversación previa a la cena, Ricardo
cuenta sobre los sucesos políticos en la convulsionada Rimaq. De la oficina se
entera Sabrina que el Cnel. César, Narcisa y el Dr. Fajardo, viajaron los tres a
Buenos Aires por un evento internacional OACHI. El Dr. Fajardo contó a Giovanna que
del aeropuerto de Ezeiza a él lo dejaron en un hotel; Narcisa y el Cnel. César se
hospedaron en otro hotel y sólo los volvió a ver en la reunión de OACHI. El Dr. Fajardo regreso solo a Rimaq, no
supo más del coronel ni de la oficinista Narcisa. Giovanna remató su
comentario ¿a qué viajó a Buenos Aires, Narcisa; por dios, ella ocupó un
puesto administrativo interno de verificadora de licencias de técnicos y
aeronaves nacionales cuando Otilia renunció. La cena en casa de Mario y
Sabrina se prolongó hasta que los viajeros recién casados se despidieron pues al
día siguiente partían a Aruba en su extendida luna de miel.
Marzo 2011.
Sabrina piensa que, si en su visita a Rimaq Roxana no le hubiera hablado de Narcisa con insistencia, ella no hubiera recordado que la drogaron para ser víctima de violación sexual. El shock emocional te supera, necesitas ayuda profesional para procesarlo. Roxana, escuchó en silencio y al final exclamó: ¡Seguro te dio a tomar burundanga! Sabrina, se quedó de una pieza y pensó: Todos estos años he escuchado hablar de la burundanga, ese alucinógeno y nunca pensé que ese coronel César tal vez me drogó en su oficina de la DGTA con burundanga.
Escrito
en el año 2012, a 34 años de ocurridos los hechos.
Revisado
año 2023, 45 años después.
Nunca
se olvida un intento de violación.